SITUACION ACTUAL DE LA FAMILIA EN EL CONTINENTE AMERICANO, RESPUESTA DEL FRANCISCANO SEGLAR
Hno. John Palacios, OFS Ecuador.
Hno. John Palacios, ofs |
LA
FAMILIA EN AMERICA LATINA
CONTEXTO EN LA SOCIEDAD
LATINO AMERICANA
La
familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a
la protección del Estado y de la misma sociedad. Es el lugar en donde los
miembros: nacen, aprenden, se educan y se desarrollan. Debe ser refugio,
orgullo y alegría de todos. Cuando en la familia hay problemas, alegrías o tristezas,
repercuten en todos sus miembros, sufriéndolos o disfrutándolos debido a su total interrelación.
Uno
de los problemas más grandes en la familia de hoy es sin duda la falta de
respeto y de comunicación. En realidad, tanto los padres como los hijos tienen derechos y responsabiliades, que deben
cumplir para lograr una buena
relación y por lo tanto un ambiente
agradable en el hogar.
Es
de saberse que, concurren diversos factores en el sano equilibrio del núcleo familiar;
lamentablemente no contamos con la cultura y el conocimiento necesario, el cual
nos permita darnos la oportunidad de vivir en armonía con los nuestros y por lo tanto desarrollarnos debidamente
ante la sociedad.
Una
de las consecuencias más graves e irreversibles que conducen a la
desintegración familiar es el maltrato físico o verbal del cónyuge o de los
hijos; las adicciones y la migración.
Es
sumamente importante que la familia que padece de tal abuso busque ayuda
profesional y espiritual antes de que suceda una desgracia, incluso la
desintegración del hogar. Tanto las personas maltratadas como los agresores
sufren a raíz de la violencia doméstica, y por lo tanto necesitan buscar ayuda
como familia. El que maltrata a su esposo o esposa hiere a los hijos y el que
maltrata a sus hijos se maltrata a sí mismo.
La
familia es el primer ámbito en el que se experimenta y se vive la fraternidad,
es el espacio donde se forja la vocación de servicio a los demás, la
solidaridad, la responsabilidad, la tolerancia, la honestidad, el respeto a los
demás, el amor al trabajo; valores fundamentales para alcanzar una vida
comunitaria en paz y armonía.
POR
OTRO LADO SE EVIDENCIA UNA AGUDA Y SILENCIOSA DISCRIMINACION HACIA LA FAMILIA
EN AMERICA LATINA POR PARTE DEL ESTADO
La
aspiración a una sociedad entre cuyos pilares esté la superación de las discriminaciones
se halla en las entrañas del “sueño latinoamericano”. Recorre toda la historia del
Continente, tiene profundas representaciones a nivel nacional en casi todos los
países, y es objeto actualmente de continuas luchas. En estos tiempos en donde
con grandes sacrificios los pueblos han logrado hacer avanzar procesos genuinos
de democratización, se suceden los esfuerzos para denunciar las
discriminaciones de toda índole, y bregar por su superación.
Sin
embargo, no bastan los sueños para cambiar las duras realidades de la región.
La recorren graves tendencias hacia la pauperización y la polarización social,
que están Despertando fuerte preocupación hacia el interior de los países, e
internacionalmente, y que son el contexto propicio para la acentuación de
discriminaciones. Así las desigualdades extremas en el acceso a oportunidades
socioeconómicas, mantienen y agudizan dramas como la miseria en que viven las
comunidades indígenas, la marginación en algunos países de la población de
color, la inferiorización de la mujer particularmente la mujer pobre en
diversas áreas, la marginación de las personas con discapacidad, y de los adultos
mayores. De todo ello surge una sociedad con fuertes fracturas, que generan
exclusión, tensión social, y con frecuencia ideologías intolerantes
racionalizadoras de las mismas.
Deseamos
considerar en este trabajo, un aspecto de las discriminaciones que recorren la
realidad de la región que debería ser objeto de muchísima más atención. Se trabaja
cada vez sobre las inequidades que la caracterizan en planos como el acceso al trabajo,
la distribución de ingresos, las oportunidades educativas, el acceso a
cobertura de salud, pero son limitados los análisis sobre qué está pasando en
una cuestión vital: las posibilidades que tienen los diversos estratos sociales
en cuanto a la conformación de una unidad familiar sólida y estable. Las cifras
indican que son muy diferenciadas, que allí se esta produciendo un silencioso
drama de vastas proporciones.
Independientemente
de su voluntad numerosas parejas jóvenes no tienen las oportunidades reales
para conformar o mantener una familia. Muchas familias son destruidas ante el
embate de la pobreza y la desigualdad, otras se degradan, y otras no llegan
siquiera a ser constituidas. Hay una grosera discriminación en este campo, que
es reforzada por la falta de políticas públicas activas enfatizadas en la
protección de la unidad familiar. Todo ello afecta visceralmente la visión de
una sociedad pluralista, y diversa. El derecho elemental a la conformación y
desarrollo de una familia, debería ser uno de sus pilares.
ASÌ
TAMBIÉN SE DA EL REDESCUBRIMIENTO DE LA FAMILIA DESDE LA PERPECTIVA ESPIRITUAL
A
inicios del siglo XXI existió una creciente revalorización del rol de la
familia en la sociedad. Desde la perspectiva espiritual la familia apareció siempre
como la unidad básica del género humano. Las grandes cosmovisiones religiosas
destacaron que su peso en lo moral y
afectivo era decisivo para la vida. En los últimos años han agregado a esa
perspectiva fundamental, conclusiones de investigación de las ciencias sociales
que indican que la unidad familiar realiza, además, aportaciones de gran valor
en campos muy concretos como la educación.
Entre
otros aspectos, las investigaciones destacan el papel de la familia en el rendimiento
educativo, en el desarrollo de la inteligencia emocional, en las formas de
pensar, en la salud y en la prevención de la violencia.
Múltiples
estudios corroboran esta tendencia y el papel clave de la fortaleza del núcleo familiar.
La Secretaría de Salud y Servicios Humanos de EEUU realizó un estudio sobre 60.000
niños. Wilson (1994) informa sobre sus conclusiones:
“En
todos los niveles de ingreso, salvo el muy alto (más de 50.000 dólares al año),
en el caso de los dos sexos y para los blancos, negros e hispanos por igual, los
niños que vivían con una madre divorciada o que nunca se había casado, estaban
claramente peor que los pertenecientes a familias que vivían con los dos
progenitores. En comparación con los niños que vivían con sus dos padres
biológicos, los niños de familia con un solo progenitor eran dos veces más
propensos a ser expulsados o suspendidos en la escuela, a sufrir problemas emocionales
o de la conducta y a tener dificultades con sus compañeros. También eran mucho más
proclives a tener una conducta antisocial”.
Las
características de la familia tienen asimismo influencia sobre otro tipo de educación,
la emocional. Hay un significativo interés actualmente en el tema de la
denominada “inteligencia emocional”. Según indican las investigaciones de
Goleman (1995), y otras, el buen desempeño y el éxito de las personas, en su
vida productiva, no se halla ligado sólo a su cociente intelectual, tiene
estrecha relación con sus calidades emocionales. Entre los componentes de este
orden particular de inteligencia, se hallan el autodominio, la persistencia, la
capacidad de automotivación, la facilidad para establecer relaciones
interpersonales sanas y para interactuar en grupos, y otras semejantes. Según
se ha verificado, con frecuencia personas de elevada inteligencia emocional
tienen mejores resultados que otras con cociente intelectual mayor, pero
reducidas calidades en ese orden. La familia tiene un gran peso en la conformación
y desarrollo de la inteligencia emocional. Los niños perciben en las relaciones
entre sus padres, y de ellos con los mismos, modos de vincularse con lo
emocional que van a incidir sobre sus propios estilos de comportamiento.
Destaca Goleman que: “La vida en familia es nuestra primera escuela para el
aprendizaje emocional”.
Otro
aspecto en que la familia con su dinámica va moldeando perfiles de comportamiento
en los niños, es el que se produce en el campo de “las formas de pensar”.
Naum
Kliksberg (1999) señala al respecto, que el niño se vincula con sus padres y
hermanos a través de tres modalidades básicas: de aceptación pasiva, de
imposición autoritaria, y de diálogo democrático. En los hogares tiende a
predominar alguno de estos modelos de interacción". Resalta el
investigador que, si el predominante es el de aceptación pasiva, se genera una forma
de pensar “sometida” que acepta argumentos y posiciones, sin profundizar mayormente
sobre sus fundamentos. Si la interacción usual es la autoritaria, se desarrolla
una forma de pensar orientada a imponer el propio pensamiento al otro, y sólo
centrada en las coerciones necesarias para lograr ese objetivo. Si en cambio el
modelo de interacción es “dialogal democrático”, la forma de pensar que se
desenvuelve es crítica, se sabe escuchar al otro, se trata de entenderlo, y de
explicarse.
En
el campo de la salud Katzman (1997) señala, resumiendo estudios efectuados en el
Uruguay, que los niños extramatrimoniales tienen una tasa de mortalidad
infantil mucho mayor, y que los niños que no viven con sus dos padres tienen
mayores daños en diferentes aspectos del desarrollo psicomotriz.
Una
preocupación central de nuestro tiempo es el aumento de la violencia en diversos
países. La familia aparece, a la luz de las investigaciones al respecto, como
uno de los recursos fundamentales con que cuenta la sociedad para prevenir la
violencia. Los valores inculcados a los niños en la familia en esta materia, en
los años tempranos, y los ejemplos de conducta observados, van a incidir
considerablemente sus decisiones y conductas futuras. Un estudio en EEUU (Dafoe
Whitehead, 1993), identificó que examinando la situación familiar de los
jóvenes en centros de detención juvenil en el país, se verificaba que más del 70%
provenían de familias con padres ausentes.
En
resumen la familia, junto a sus históricas y decisivas funciones afectivas y
morales, exaltadas en religiones como la cristiana y la judía, entre otras,
cumple funciones esenciales para el bienestar colectivo. A partir de esa visión
existe, en diversos países desarrollados, un activo movimiento de creación de
condiciones favorables para el buen desenvolvimiento y el fortalecimiento de la
familia.
Las
políticas públicas de los países de la Comunidad Económica Europea brindan, entre
otros aspectos: garantías plenas de atención médica adecuada para las madres
durante el embarazo, el parto, y el período posterior, amplios permisos
remunerados por maternidad que van, desde 3 meses en Portugal hasta 28 semanas
en Dinamarca, subvenciones a las familias con hijos, deducciones fiscales.
Diversos países, como los nórdicos, han establecido extendidos servicios de
apoyo a la familia como las guarderías, y servicios de ayuda domiciliaria a
ancianos y discapacitados.
La
necesidad de fortalecer la institución familiar y apoyarla de modo concreto
tiene múltiples defensores. Reflejando muchas opiniones similares, un estudio
español (Cabrillo, 1990), plantea que “la familia es una fuente importante de
creación de capital humano. Por una parte ofrece servicios de salud en forma de
cuidado de enfermos y niños que tendrían un elevado costo si tuvieran que ser
provistos por el mercado o el sector público. Por otro, es en ella donde tiene
lugar la primera educación que recibe un niño, que es además la que tiene una
rentabilidad más elevada”. Ante ello se pregunta: “¿en la práctica el sector público
está financiando gran parte de los gastos en educación en la mayoría de los
países? La pregunta inmediata es: ¿entonces, por qué sólo una parte de la
educación, la impartida en escuelas públicas o privadas? Si este tipo de
educación es subvencionada, no hay razón alguna para que no se subvencione
también la educación impartida en la casa”. Otro trabajo (Navarro, 1999)
reclama: “la universalización (en España) de los servicios de ayuda a la
familia”, y demuestra su factibilidad en términos de costos económicos.
Frente
a esta revalorización internacional del rol de la familia, y la verificación de
sus enormes potencialidades de aporte a la sociedad, ¿qué sucede en los hechos
en América Latina? ¿Cuál es el contexto socioeconómico actual y como afecta a
las familias concretas de la región?
LOS
AGUDOS INTERROGANTES SOCIALES
La
evolución de la situación social de la región ha generado fuerte alarma en
amplios sectores. Diversos organismos internacionales, entre ellos las Naciones
Unidas y el BID, han llamado la atención sobre los inquietantes déficits
sociales. La Iglesia, a través de sus máximas autoridades, ha hecho repetidos
llamamientos a dar la máxima prioridad a las graves dificultades que
experimentan extensos grupos de la población. La ciudadanía ha indicado, por
diversas vías, que considera que sus problemas de mayor gravedad se hallan en
el área social.
Según
el Panorama Social de la CEPAL (2001) la población ubicada por debajo de la línea
de la pobreza representaba el 41% de la población total de la región en 1980,
cifra muy elevada en relación a los promedios del mundo desarrollado y de los
países de desarrollo medio. Portugal, el país con más pobreza de la Unión
Europea, tiene un 22% de la población pobre. La cifra empeoró en las dos últimas
décadas y el porcentaje de pobreza latinoamericano pasó a significar en el 2002
el 44% de una población mucho mayor.
CUADRO
1
Evolución
de la pobreza en América Latina, 2000-2002
(Porcentaje
de la población)
Año
Indigencia Pobreza
2000
17.8% 42.1
2001
18.6% 43
2002
20.0% 44
**
De 2000 a 2002 se generaron 15 millones de nuevos pobres.
Los
estimados nacionales indican que la pobreza tiene una alta presencia en toda la
región con muy pocas excepciones. En Centroamérica son pobres el 75% de los guatemaltecos,
el 73% de los hondureños, el 68% de los nicaragüenses y el 55% de los salvadoreños.
Es pobre el 53% de la población peruana, más del 70% de la ecuatoriana, y el 63%
de la boliviana. En México es pobre actualmente el 51.7% de la población, y en
Brasil se estima que 44 millones de personas están en extrema pobreza ganando
menos de un dólar diario (Proyecto Fome Zero, 2014). Argentina, es un caso muy
ilustrativo de las dificultades de la región. Un país que tenía a inicios de
los 60’s porcentajes menores al 10% en pobreza, llegó a fines del 2002 a un 58%
de la población por debajo de la línea de la pobreza.
La
región presenta elevados niveles de desocupación e informalidad que son una causa
central de la evolución de la pobreza. La tasa de desempleo promedio subió del siguiente
modo:
CUADRO
2
América
Latina. Crecimiento y Desempleo
1980
al 2003
Periodo
Tasa de desempleo urbano
1981-90
8.4%
1991-97
8.8%
1998-03
10.4%
Fuente:
CEPAL. Informes anuales.
A
esas altas tasas se suma el ascenso del porcentaje de la mano de obra activa
que trabaja en la economía informal, constituida en tramos importantes por
ocupaciones inestables, sin base económica sólida, de reducida productividad,
bajos ingresos, y por la ausencia de toda protección social. La informalización
implica, según subraya Tokman (1998), un proceso de descenso de la calidad de
los trabajos existentes. En 1980 trabajaba, en la economía informal, el 40,6%
de la mano de obra no agrícola ocupada; hoy es el 59%. A ello se agrega la precarización.
Hay un número creciente de trabajadores sin contrato, y bajo contratos temporales.
Alrededor del 35% de los asalariados está en esas condiciones en Argentina, Colombia
y Chile, y el 74% en el Perú.
Finalmente a cerca de la Salud
emocional y espiritual en la familia
Fenómenos
sociales como la migración, drogadicción, violencia y el avance de las
tecnologías de la comunicación han ocasionado que los miembros familiares estén
emocionalmente afectados en su salud física como consecuencia de lo emocional o
psicológico (Kliksberg, 2014)
Al
respecto, en la actualidad se observa una sociedad estresante, con individuos
estresados, con baja auto estima, violenta y drogodependiente, en donde el amor
y la solidaridad se van perdiendo poco a poco, para dar paso a una sociedad capitalista,
es decir el capital por encima del ser humano.
A
demás, miembros familiares que no se ven durante varios días, incluso meses o
años, las viviendas se convierten en residencias de paso, en dormitorios según
la necesidad de cada habitante.
La meta
está fijada en la acumulación de bienes materiales, en el conocimiento, en la
competitividad, dejando de lado al ser humano como tal, no existe la familia,
existen personas o individuos familiares que buscan riqueza económica en
desmedro de la salud emocional.
Los
autores descritos hasta el momento, si bien definen el comportamiento
conceptual de la familia a lo largo de la historia y resaltan la importancia
para la sociedad de la misma, no profundizan en su comportamiento, ni cuáles
son las causas de su fracaso, únicamente se refieren al amor y la solidaridad
como elementos importantes en el fortalecimiento de la familia.
Elementos
que dan la pauta para el análisis de la familia en la actualidad y permite
resaltar algunas diferencias entre las sociedades anteriores (antes de la
década de los sesenta) y las actuales.
En
las décadas anteriores a la de los sesenta por ejemplo, las familias eran más sedentarias, es decir que la
movilidad humana no era su principal característica, trasladarse de un país a
otra por razones de trabajo era mínimamente posible (Carpio, 1982).
La
acumulación de capitales pasaba a un segundo plano, importaba más la unidad
familiar, el compartir y fortalecer los lazos de amistad y solidaridad en el
núcleo familiar y en las familias extendidas, esto es con tíos, tías, primos,
abuelos y abuelas.
El
respeto a la autoridad de los padres por parte de los y las hijas eran más
evidentes, en consecuencia existía mayor control a cerca de los horarios de
salida y entrada al hogar; las horas de alimentación en el desayuno, almuerzo y
cena, se cumplían con mayor rigidez que ahora.
Las
madres criaban a sus hijos sin la necesidad de tener un trabajo remunerado
fuera del hogar, los padres de familia estaban más cerca de sus hijos e hijas,
aun cuando trabajaban fuera del hogar.
Los
valores éticos y morales como leer la biblia, asistir a la iglesia, rezar el
rosario en familia, saludar a las personas mayores, la convivencia en el barrio y comunidad era más importante
que el individualismo y la falta de fe.
Esto
último lleva a considerar que las sociedades anteriores a la actual muestran
cambios sustanciales que conducen a diferenciar dos tipos de sociedades
antagónicas que pueden confluir en el enriquecimiento de la una sobre la otra.
Es
decir que las características de la sociedad moderna con los avances
tecnológicos como las comunicaciones, los medios de transporte y la vialidad
nos deben acercar más a las familias que mantenían tradicionalmente la
solidaridad y el amor.
Otro
aspecto de consideración, es el de evaluar cómo se ha visto afectada la familia
en éste proceso en la salud física, emocional y espiritual y cómo plantear una
familia organizada para proponer una sociedad saludable.
Por
diferentes circunstancias, las familias se encuentran alienadas por el mercado,
por ejemplo tanto hombres como mujeres encuentran satisfacción en comprar
productos que mejoran la estética exterior, productos de alta tecnología como
celulares, tablas electrónicas, vehículos, etc.
Los
medios de comunicación tales como la televisión y el internet se han convertido
en medios de alienación al consumo, por lo tanto existen vendedores y
compradores de bienes y servicios, para lo cual los compradores tienen que
trabajar en jornadas dobles y poder adquirir esos bienes o satisfactores.
Los
bienes o satisfactores son mercancías de uso, que no satisfacen las necesidades
básicas de las familias así por ejemplo, se adquiere en el mercado vehículos
con tecnologías de punta y se omite la adquisición de bienes y servicios que
mejoren la calidad de vida como vivienda, salud y educación.
Como
los costos de adquisición de los satisfactores son altos se han incluido al
mercado laboral las mujeres, niños y adolescentes, lo cual ocasiona la
desintegración de la familia, es por eso que se dice que estamos en una
sociedad materialista, consumista y egocéntrica.
Podría
sin embargo no tener nada de malo, siempre que no afecte la relación familiar,
sin embargo en el caso de los países subdesarrollados como Ecuador, esto ha significado
el abandono de los padres a los hijos afectando emocionalmente a niños, niñas y
adolescentes.
Si
los hijos no se crían con sus padres, se verán afectados emocionalmente en su
personalidad, pues la ausencia de la madre en los primeros años debilita la
confianza y la ausencia del padre en la niñez y adolescencia, debilita en los
hijos la autonomía (Hernández, 2009).
Hernández
(2009) señaló también, que la personalidad es la forma de ser de cada individuo
y se va adquiriendo desde el vientre materno, que a su vez, se fortalece o se
debilita en el seno familiar.
Es
decir que, si los hijos, no se desarrollan en su ciclo de vida con sus padres,
tendrán una personalidad desequilibrada, no tendrán confianza en sí mismos, ni
en los demás, en consecuencia no emprenderán retos en su vida y fracasarán en
cualquier intento; además que en su desarrollo personal no podrán tomar sus
propias decisiones.
Consecuencias
sin duda, que permiten en la situación actual, plantearse la posibilidad de
encaminar de mejor manera al núcleo social, tomando como punto de partida las
fortalezas de las familias tradicionales y las posibilidades tectológicas de
las familias contemporáneas.
González (2014) enfatizó que los miembros familiares
deben tomar en cuenta, su estado emocional y espiritual, ya que es muy
importante en la vida de toda persona,
influye de manera directa sobre la salud física del cuerpo, esto se debe
a que el hombre es por naturaleza un ser profundamente emocional.
De ahí que, muchas personas, cuando no se sienten
bien anímicamente, reflejan de forma inmediata en su aspecto físico, síntomas
de estrés, agotamiento o pesadez corporal (González, 2014).
Esto significa que en la actualidad, por todo lo
descrito anteriormente, la población ha descuidado la salud espiritual y
emocional, de ahí que se dice que las carreras o profesiones de existo son la
psicología, psiquiatría y otras relacionadas con la consejería o terapia
familiar.
Concluye González (2014) que la salud emocional,
consiste en conseguir un equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu, cuando una
de estas áreas se encuentra en mal estado repercutirá directamente en las
otras.
El concepto de salud general, está conformado por 4
áreas: física, mental, emocional y espiritual. Lograr un estado de bienestar,
armonía y equilibrio en estas áreas nos dará la habilidad para funcionar de
manera óptima, como ser humano y tener la energía y vitalidad para ser
altamente productivos y exitosos en cualquier área de la vida (González, 2014).
Por lo tanto, es muy importante tener presente, que
las personas que gozan de una buena salud emocional, son mucho más activas,
dinámicas y saludables físicamente.
Con esto se quiere decir que, si en la familia
existe violencia, consumo de alcohol y ausencia de los padres, los hijos en su
adolescencia van tomando rumbos diferentes, se vuelven violentos y consumidores
fácilmente de drogas o alcohol, dado que eso vivieron en su hogar, no siempre
será el caso, pero las estadísticas en Ecuador así lo demuestran.
En relación a la espiritualidad, es casi imposible
definir porque significa algo diferente para cada persona; para algunos, es la
religión; para otros, la espiritualidad, se fundamenta, en la armonía que
siente con la naturaleza o la creencia de que existe un poder mayor, energía
universal, fuente creadora etc. (González, 2014).
Por lo tanto, la salud espiritual implica la
reflexión de nuestras creencias. Lo que importa no son nuestras elecciones
espirituales, sino que estemos viviendo de acuerdo a nuestras creencias y convicciones
(González, 2014).
Para complementar el análisis de la familia desde la
década de los setenta hasta la actualidad, desde Foucault en 1982 hasta
González 2014, no se puede dejar de lado las recomendaciones de los textos
bíblicos y del Papa Francisco (2015) que se refieren a cómo debería ser el
comportamiento familiar.
Por un lado, la Conferencia Episcopal del Ecuador,
en la Biblia Latinoamericana (2014) menciona
que los hijos deben obedecer a los padres, porque el amor tierno y fuerte dentro de la familia
es ciertamente un bien de un valor incalculable; constituye una ayuda poderosa
para superar las crisis más profundas y también para vencer la desesperación.
Se refiere, a la relación social que debe existir
entre los hijos y los padres, una relación de
profunda obediencia y salud
espiritual; así también del amor de los esposos a las esposas y viceversa,
resaltando de esta manera el pensamiento científico de la familia y la
espiritualidad del mensaje de un ser superior, Dios.
En consecuencia, no se debe tratar el tema de la
familia, únicamente desde el pensamiento empírico, desde el conocimiento
científico, sino que necesariamente se torna indispensable tomar en cuenta la
doctrina social de la iglesia.
La doctrina social de la iglesia, abarca todos los
campos en los que se desarrolla la convivencia humana, busca dar respuesta a
los problemas concretos económicos y sociales a través de las cartas encíclicas
(Bergolio, 2015).
Tanto para los autores González (2014) como para los
autores de la Biblia, la salud espiritual y emocional en la familia, tiene que
ver con el amor, así lo entiende también Bergolio (2015), el Papa Francisco,
quien señala que la familia, es una escuela donde el amor y la oración son
importantes.
Nos recuerda también, que hay un nosotros, que hay
un prójimo cercano, patente, que vive bajo el mismo techo y que comparte la
vida y está necesitado.
El que ama sirve, se pone al servicio de los demás.
Y esto se aprende especialmente en la familia, donde nos hacemos, por amor,
servidores unos de otros. En el seno de la familia, nadie es descartado, todos
valen lo mismo (Bergolio, 2015).
El respeto en la familia según dice el Papa
Francisco (2015) inicia en el prójimo, refiriéndose a los más cercanos, en
donde ninguno es dejado de lado, ni esposa, ni esposo, ni hijos o hijas, todos
son iguales, tienen los mismos derechos y responsabilidades.
Por lo tanto, la familia, es la primera escuela de
los niños, es el grupo de referencia imprescindible para los jóvenes, es el
mejor asilo para los ancianos. La familia constituye la gran riqueza social,
que otras instituciones no pueden sustituir, que debe ser ayudada y potenciada,
para no perder nunca el justo sentido de los servicios que la sociedad presta a
sus ciudadanos (Bergolio, 2015).
En efecto,
complementa Bergolio (2015) estos servicios que la sociedad presta a los
ciudadanos, estos no son una forma de limosna, sino una verdadera deuda social
respecto a la institución familiar, que es la base y la que tanto aporta al
bien común de todos.
Hasta aquí, un esbozo de lo que ha sido la familia
desde la década de los sesenta aproximadamente, de lo que debería ser y de lo
que actualmente se constituye como parte importante de la sociedad.
No es momento de lamentar, así están las cosas, con respecto
a la familia, el problema se agrava cuando no se ha hecho nada o casi nada para
frenar la desintegración de núcleo básico de la sociedad.
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